A raíz de un artículo titulado "CÓMO GANAR LA PAZ EN EL CAUCA" que publicó la revista virtual RAZÓN PÚBLICA, la redacción política del periódico El TIEMPO tuvo la gentileza de solicitarme que ampliara mi visión sobre la guerra en ese departamento. Como por razones propias de las limitaciones de espacio en los periódicos impresos y virtuales, algunas de las preguntas y respuestas no fueron publicadas, incluyo aquí los textos completos para quien tenga el interés, el tiempo y la paciencia de darles una mirada.
- ¿Qué
explica el levantamiento indígena en el Cauca?
R: No estoy seguro de que calificar lo que está sucediendo en el
Cauca como un “levantamiento indígena” sea acertado. Es más bien un momento de
“visibilidad nacional” de un proceso de resistencia cultural y territorial que
lleva muchas décadas, en el cual sólo se fija el país cuando la violencia de
distintos lados se toma el protagonismo. Mientras el proceso se adelanta de
manera pacífica, es invisible, lo cual constituye un mensaje muy negativo sobre
la eficacia mediática de la acción no violenta.
- ¿Hay
razones de peso para pensar que los indígenas se han movilizado para
favorecer a las Farc o al narcotráfico, como se ha sugerido por parte de
algunas voces?
R: Definitivamente los indígenas NO SE HAN MOVILIZADO PARA
FAVORECER A LAS FARC O AL NARCONTRÁFICO, sino para exigir que sus territorios
no sigan siendo escenarios de guerra, lo cual los convierte en los más directos
damnificados de la misma. Eso no quiere decir que las FARC, al igual que los
intereses y los actores de la extrema derecha, no intenten infiltrar y
capitalizar a su favor la protesta social legítima. O que, como está pasando
ahora, no intenten utilizar el episodio del sargento que no disparó en Toribío,
para “levantar” a los militares contra el Gobierno de Santos. Eso no sucede
solamente en el Cauca sino en todo el país. No quiere decir que algunos
sectores indígenas no hayan caído en la tentación de la extrema izquierda como
otros han caído en la de la extrema derecha. De allí la importancia de apoyar
el afán del movimiento indígena y de las organizaciones que lo representan y
lideran, en el sentido de que ni sus comunidades ni sus territorios deben
formar parte de la guerra. El artículo 22 de la Constitución dice textualmente
que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. Los indígenas
se toman la Constitución más en serio que otros sectores de Colombia y actúan
de conformidad… y por eso los tachan de subversivos y los acusan de violar la
Constitución.
- ¿Por
qué el Estado no puede dejarle la seguridad de la zona a los indígenas,
cuál es el problema con esto?
R: La mera presencia militar en los territorios indígenas no es
garantía de seguridad para las comunidades y eso queda demostrado todos los
días. Hace un año, con el pueblo totalmente militarizado, explotó en Toribío
una “chiva bomba” que destruyó una cantidad de edificaciones y que dejó a
muchas familias sin vivienda y sin trabajo. El enfrentamiento armado entre las
fuerzas del Estado y los grupos por fuera de la ley es diario y la población
civil está atrapada en la mitad. Aquí no se trata de “dejarle la seguridad de
la zona a los indígenas”, sino de reconocer, en primer lugar, que la seguridad
no es un tema solamente de armas, sino una condición integral de la existencia
que incluye, entre otros factores, el respeto a la Constitución, la eficacia de
la gobernabilidad y la identidad con el territorio del cual un grupo humano
forma parte. El Estado nacional y las autoridades indígenas, que de acuerdo con
la Constitución son Estado en las Entidades Territoriales correspondientes,
están en condiciones de concertar cuál es la manera más respetuosa y por ende
más eficaz de “administrar la seguridad” al interior de los territorios
indígenas y en los alrededores de los mismos. La organización indígena no
solamente ha expresado su decisión de expulsar de su territorio a grupos
armados ilegales y a narcotraficantes, sino que muchas veces ha actuado con
eficacia en esa dirección. Lo que pasa es que si no cuentan con el apoyo sino con
la hostilidad del Estado y de la sociedad nacional, esa tarea se vuelve
doblemente difícil.
- ¿Por qué pasa esto en el Cauca y no en otros lugares del
país?
R: Los procesos organizativos de la comunidad nasa del Cauca han
alcanzado unos niveles de madurez que no tienen otras comunidades étnicas del
país. Ojalá existieran procesos organizativos similares en otros lugares de
Colombia, incluso en zonas urbanas. Juanita León, en su libro “No somos machos pero somos muchos”, analiza varios procesos de resistencia civil en Colombia,
entre ellos la tentativa de Antanas Mockus de generar un tejido social
proactivo y eficaz en Bogotá y las razones por lo cual ese propósito no
prosperó. En la mayoría del país, donde no existe una resistencia civil no
violenta, y con capacidad de producir resultados, es indispensable la presencia
de las Fuerzas Militares, de la Policía y de los organismos de seguridad del
Estado haciendo uso del monopolio de la fuerza de manera responsable y
controlada.
- ¿Por
qué el Estado y los indígenas del Cauca no han logrado entenderse en las
últimas décadas?
R: Se han entendido muchas veces, con resultados satisfactorios.
Lo que pasa es que, como sucede con la gestión del riesgo y con el trabajo de
la mamá en la casa, cuando es eficaz y no hay desastres, entonces es invisible.
Solamente se nota cuando falta o fracasa. En el Cauca hay una enorme riqueza de
experiencias en las cuales la acción concertada entre instituciones del Estado
y las organizaciones étnicas, campesinas y comunitarias en general, ha conducido
a resultados muy exitosos. Pero como que ni en el Cauca ni en el país se
aprende de esos éxitos, sino que se actúa en dirección contraria. Las
concepciones del mundo y las lógicas con que actúan los indígenas frente a los
territorios de los cuales forman parte, no suelen coincidir con la manera de
entender el mundo y de actuar las instituciones estatales, el sector privado e
incluso la mayoría de las comunidades urbanas del nivel nacional. Cuando la
lógica “occidental” se trata de imponer a la fuerza en las comunidades
indígenas, necesariamente se producen rupturas. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si a
la ANDI o a la Asociación Bancaria intentaran imponerles a la fuerza, en sus
terrenos empresariales, la lógica de los pueblos indígenas?
- ¿Como
salir de este entuerto?
R: Mediante un diálogo real, honesto y horizontal entre
autoridades nacionales, autoridades regionales y autoridades indígenas
legítimas y representativas, basado en el respeto mutuo, sin imponer y sin
satanizar. Los indígenas deben entender las razones que mueven al Gobierno
nacional, pero este debe entender que lo que pasa en el Cauca no es un
“levantamiento” puntual sino un proceso de resistencia de lleva más de cinco
siglos en el que lo que está en juego es nada menos que la posibilidad de unas
comunidades étnicas de seguir existiendo. En las últimas tres décadas la
estrategia de ese proceso ha sido la resistencia civil mediante la acción no
violenta. El Estado nacional debe propiciar todas las condiciones necesarias
para demostrar que la acción sin violencia es eficaz. Evitar que los conflictos
con la población civil lleguen a extremos en los cuales la violencia se
vuelve inevitable.
Recordemos por último las palabras de Borges: “El diálogo tiene
que ser una investigación y poco importa que la verdad salga de boca de uno o
de boca de otro. Yo he tratado de pensar, al conversar, que es indiferente que
yo tenga razón o que tenga razón usted; lo importante es llegar a una
conclusión, y de qué lado de la mesa llega eso, o de qué boca, o de qué rostro,
o desde qué nombre, es lo de menos.”
EL TEXTO EN EL TIEMPO
De Alonso Sánchez Baute en El Heraldo
"Proyecto NASA: la construcción del Plan de Vida de un pueblo que sueña" - Libro completo en pdf
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1 comentario:
estoy deacuerdo con todas las respues tas ya que es indignante lo que les esta pasando a los indigenas por parte del gobierno y las farc que solo quieren sus territorios
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